LO QUE OCULTA UNA DAMA BAJO SU VESTIDO 

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Soy una mujer modesta, es un rasgo de mi personalidad. También soy caliente por naturaleza, sumisa y deseosa. Por suerte Alex, mi esposo, me entiende y complementa. Soy una ama de casa servicial y él un caballero empleado de una fábrica. En la calle somos una pareja básica y tradicional que va cada Domingo a misa. En la cama, en cambio, la historia es totalmente diferente. Debajo de mis abrigos, mis blusas sin escote y mis faldas largas se esconden muchos secretos que solo él y yo sabemos.

Por ejemplo hoy, en este momento, estoy en la iglesia siendo voluntaria. Organizando ropa y otras donaciones que irán a ancianatos y orfanatos. Llevo un vestido floreado, cerrado arriba y largo hasta debajo de las rodillas, un cárdigan rosa y mi cabello recogido en una sola trenza. Me maquillo solo un poco y uso brillo transparente en mis labios.

Dispuesta a ayudar a la comunidad, siempre con gracia y una sonrisa. Ninguno de los presentes sospecha que debajo de mi vestido están mis nalgas marcadas por los azotes del cinturón de Alex, que dentro de mi ano hay un plug con una joya que adorna la entrada, tampoco saben que llevo lencería de encaje.

Esta mañana, Alex quiso asegurarse de que mi mente estuviera enfocada en él mientras estuviera de voluntaria. Comenzamos el día de mi manera favorita, con su pene en mi boca antes de levantarnos de la cama. Su deseo siempre es acabar dentro de mí, pero a pesar de que me avisó, no me detuve hasta sentir su deliciosa leche caliente en mi boca. Normalmente, él avisa que va a correrse y rápidamente ofrezco uno de mis agujeros. Esta vez no fue así por lo que sabía lo que iba a pasar: Un castigo.

Fui a ducharme y lavar mis dientes, al regresar a la cama Alex estaba de pie y me pidió que me acostara boca abajo. Lo escuché buscar en el armario y regresó con uno de sus cinturones en sus manos. Dijo con su fuerte voz masculina “Prepárate, vamos a contar hasta 10” y sin más preámbulo comenzó a azotar mi trasero. No fue gentil ni brusco, simplemente firme y rápido. Mis manos se aferraban a las sábanas y entre gemidos enumeraba en voz alta, del primero hasta el décimo, cada azote recibido.

Sin una palabra adicional, luego del décimo azote, levantó una de mis piernas y enterró su verga en mi vagina. Me encanta verlo tomar lo que quiere cuando él quiere. Me llena de placer sentir su poder y deseo cuando me penetra desesperadamente. La combinación de dolor y placer es más embriagante que cualquier licor. En cuestión de minutos mi mente y mi cuerpo se sincronizaron en un orgasmo que vino acompañado de disparos de semen dentro de mí.

“No te muevas” fue su orden al detenerse. Obedecí mientras sentía su semen escurriendo entre mis labios vaginales. Nuevamente, buscó algo en el armario, al regresar me dio una nalgada y luego vertió lubricante en mi ano. Metió sus dedos y dio círculos por fuera para lubricar perfectamente y luego introducir un plug.

Era el favorito de mi colección, un plug tamaño XL con un cristal rojo que asemeja un rubí en la parte que queda fuera. Alex se acercó a mis labios y nos besamos apasionadamente, tomé su mano y la dirigí a mi entrepierna para que me dedeara mientras tanto. No tardé mucho en tener otro orgasmo, “Eres toda una puta, por eso me casé contigo” susurró Alex en mi oído antes de ponerse de pie y buscar entre mi ropa un conjunto de lencería roja que aún no había estrenado. Él mismo me ayudó a colocarme el conjunto y me ordenó terminar de arreglarme mientras él se duchaba.

Al estar listos nos fuimos en su carro a desayunar en un café en el camino. Llegamos a la iglesia, él bajó apresurado a abrir mi puerta, me ayudó a salir y miró que no hubiera nadie cerca. Me dijo en voz baja “Cuando termines pide un taxi a casa, mientras me esperas puedes quitarte el plug y cambiarte si lo necesitas. Yo llegaré a las 8 como siempre y en ese momento ya debes haberte puesto el plug otra vez. Al entrar a casa quiero verte en cuatro en el piso de la sala, desnuda con tus nalgas apuntando a la puerta. Entonces retiraré ese plug y lo reemplazaré por mi verga para cogerte hasta que supliques por piedad”.

Sonreí, besé su mejilla y respondí: “Si amor, haré justo lo que acabas de ordenar”. Ahora mientras converso con otros voluntarios siento mis nalgas irritadas deseando más azotes y el plug llenando mi culo anhelando ser penetrada por Alex. Soy feliz ayudando en la iglesia, pero más feliz me hace saber que mi esposo me desea todo el día.

Soy una mujer educada y modesta en la superficie, pero por dentro soy la fiel puta de mi amado esposo.


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